Los lujosos purasangres de las carreras de Sanlúcar: corren solo cuatro años y alcanzan los 70 km/h.
The New York Times ha destacado estas carreras como uno de los mayores símbolos del sur de España, llegando a más de 300 millones de espectadores en 2023.
Stoweman, Raami, Sallab, Sir Roque, Dimax… junto a otros muchos más, serán las estrellas indiscutibles en estas semanas, compitiendo sobre las blancas arenas de las playas de Bajo de Guía y Las Piletas en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz.
Estos caballos, de raza purasangre y criados para la velocidad, son los más cuidados del mundo. Su dieta incluye avena de Francia y proteínas de Irlanda. Su carrera deportiva es breve, de no más de cuatro años, pero durante ese tiempo, pueden alcanzar velocidades de hasta 70 km/h, un verdadero espectáculo de velocidad. Para alcanzar estas marcas, entrenan mucho más que un caballo común. A nivel mundial, el valor de un caballo de carreras, dependiendo de sus logros, puede variar entre tres y 200 millones de euros, siendo adquiridos por grandes corporaciones o fondos de inversión.
Estos caballos millonarios son los que compiten en los grandes premios de Epsom, Dubái, Chantilly, América y Japón. Sin embargo, ninguna de esas pistas ofrece el encanto del hipódromo natural de Sanlúcar, único en el mundo, con el Coto de Doñana como telón de fondo durante los próximos 15 días.
Las carreras de Sanlúcar de Barrameda son el mayor espectáculo del sur, un evento de interés nacional e internacional que atrae a más de 180 medios de comunicación y ha sido reconocido por The New York Times, uno de los tabloides más prestigiosos del mundo.
Se trata del evento hípico más antiguo del mundo y la competición más longeva del Turf nacional, nombre que se le da en América a las competiciones con apuestas, y que forma parte del circuito nacional. En 2025, las carreras de Sanlúcar celebrarán su 180 aniversario.
Pero esta cita deportiva y social no es lo único que embellece a Sanlúcar de Barrameda. Marineros como Cristóbal Colón y Magallanes ya se fijaron en esta ciudad vinícola, situada en la desembocadura del Guadalquivir.
Estos navegantes épicos eligieron Sanlúcar como punto de partida para la tercera expedición a las Américas y la primera vuelta al mundo. Pero el prestigio de la ciudad gaditana no se queda ahí. En 2022, los amantes de la buena comida la eligieron como Capital Gastronómica.
Las playas de Sanlúcar han acogido durante casi 200 años a millones de veraneantes que desean deleitarse con el espectáculo de los purasangres corriendo sobre la arena, con el Coto de Doñana, la marea baja y el atardecer como fondo. Una vista que se enriquece aún más con la presencia de miles de espectadores que animan a sus caballos desde las gradas o desde la arena. Según los análisis de medios, el evento alcanzó a 312 millones de personas, tanto en directo como a través de los medios de comunicación.
Durante los días de competición, el litoral de Sanlúcar se convierte en un auténtico terreno de juego. Los caballos galopan por la playa mientras los veraneantes, llegados de toda España, hacen sus apuestas en el recinto de la Real Sociedad de Carreras de Caballos. Y si eso no fuera suficiente, los niños plantan pequeñas casetas en la arena donde los espectadores en bikini o bañador pueden apostar a su caballo favorito.
El contraste entre pasado y presente
En conversación con ESPANA-HOY, Rafael Hidalgo, presidente de la Real Sociedad de Carreras de Caballos, destaca que el turista que visita Sanlúcar durante las carreras es diferente al habitual: «Tiene un nivel adquisitivo mucho mayor».
Existen diversas teorías sobre los orígenes de las carreras. Una de ellas sugiere que surgieron de las competiciones informales entre los dueños de caballos que transportaban pescado en las orillas de Sanlúcar.
Sin embargo, Hermenegildo Mergelina, quien fue gerente de la Real Sociedad durante 30 años, no está de acuerdo: «Creo que las carreras fueron introducidas por las empresas bodegueras inglesas de la región de Jerez. Ellas implantaron su deporte».
Eso sí, para que la competición tenga lugar en agosto, deben coincidir tres días consecutivos de bajamar a las 17:00 horas. En esta cita, los protagonistas indiscutibles son los caballos ingleses y los jinetes que, con el permiso del sol, dan vida a la escena.
Ahora, Mergelina ha pasado el relevo a José Manuel Romero, quien ha trabajado junto a él durante 20 años: «Estoy muy contento e ilusionado con este nuevo cargo, pero también nervioso porque todo salga bien y no haya incidentes». Y es que el talón de Aquiles de este evento se revela al caer la noche, cuando más de 50 autobuses llenos de jóvenes de otras localidades llegan al recinto, a veces provocando altercados.
Este año, la Real Sociedad enfrenta una dificultad adicional. Debido a desacuerdos con la alcaldía, es muy difícil, si no imposible, ver patrullas de la Policía Local en Sanlúcar y, por ende, en las inmediaciones del recinto.
Hasta 21 purasangres corriendo a la vez
En años anteriores, algunos incidentes como la caída o desbocadura de un caballo empañaban la imagen del evento. Ahora se realizan controles de todo tipo, incluso antidoping. Además, la playa se prepara con dos meses de antelación para que todo esté a punto. En la organización trabajan más de 500 personas y el presupuesto supera el millón de euros.
Hasta 21 purasangres han competido en una misma carrera, pero debido al peligro que esto representaba, ahora el número máximo es de doce caballos. Los jinetes que reciben un premio en metálico son aquellos que terminan entre el primer y el cuarto lugar.
El galardón más importante es el Premio Ciudad de Sanlúcar, que asciende a 17.000 euros y se reparte entre los cuatro primeros. «Algunos patrocinadores han querido que su premio sea mayor, pero por respeto a Sanlúcar no lo permitimos», señala el exgerente. La ciudad apoya este evento todos los años, aunque la ayuda varía según quién gobierne.
A diferencia de los jinetes, que pueden participar en varias carreras durante la jornada, los caballos solo pueden correr una vez al día. Sin embargo, estas carreras «tienen una especie de aprobación del Jockey Club Español» y los caballos pueden competir durante todo el ciclo completo, que dura seis días.
La vida del jinete
En la pista, el caballo y el jinete son uno. No solo el animal se somete a una vida de entrenamiento, también el jinete lo hace. Para los sanluqueños no es extraño ver a alguien corriendo en pleno agosto con ropa de invierno.
Tanto los gentlemans (jinetes aficionados) como los jockeys (profesionales) no pueden superar los 60 kilos de peso. Para ello, se someten a sesiones de entrenamiento para perder peso, en las que pueden usar saunas. Las técnicas para entrenar caballos han cambiado a lo largo de los años; ahora se prefiere «trabajar en corto».
Así lo explica Manuel Álvarez, preparador de purasangres, quien comenzó hace 40 años y ensilló varios caballos durante su carrera, pero debido a su peso tuvo que dejarlo. Ahora lleva 27 años como entrenador de purasangres.
A lo largo de su vida profesional, Manuel ha recibido numerosos premios. El que más le emocionó fue el galardón Roberto Cocheteux, un reconocimiento en honor a su amigo y propietario de caballos.
También ha ganado la meta en Sanlúcar en cinco ocasiones, la primera vez con Lirical Lak, una yegua en la que nadie confiaba. Este año, Manuel bajará a Sanlúcar con tres caballos de carreras.
La rutina del preparador
Graciela Rodríguez, también entrenadora de purasangres ingleses, llega a la cuadra a las 4:20 de la mañana. Es el momento de verificar que todo en los establos esté en orden: comida, paja, extremidades y cascos. Una vez que todo está correcto, el primer lote de caballos sale a entrenar.
Con su experiencia como jinete de hípica y carreras, y ahora como entrenadora, Rodríguez lo tiene claro: «Un buen purasangre debe tener cabeza y corazón; el caballo tiene que disfrutar del galope».
Los preparadores son los ojos y el cerebro de los propietarios de los caballos. El New Market de Inglaterra es el lugar europeo donde se subastan más de 1.700 purasangres ingleses, y se ha convertido en el tercer hogar -el segundo es la cuadra- de los entrenadores.
Álvarez comenta que «la última vez, se vendieron cuatro caballos por casi tres millones de euros cada uno». Aunque estas cifras son mucho mayores en otros mercados, como el árabe. «Si hablamos de un semental, el valor es incalculable», añade el preparador.
«Quien está inmerso en el mundo del caballo puede vivir perfectamente de él», asegura Álvarez. Sin embargo, en España no se le da la importancia que este sector tiene en otras partes de Europa.
De ahí la relevancia de las carreras que se celebran en Sanlúcar cada agosto. Este evento, que se ha consolidado como uno de los emblemas de la ciudad tras 180 años de historia, es un altavoz para el mundo de la hípica en España, tanto a nivel nacional como internacional.