Energía generada a partir de algas para cargar dispositivos: un combustible «económico» que busca su espacio.
Este innovador proceso permitirá cargar dispositivos como termómetros o bombillas de manera autónoma.
Un equipo internacional de investigadores, con la participación del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC), dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, ha desarrollado un método que incrementa la generación de electricidad renovable a partir de algas.
Los científicos han logrado aumentar la producción de electricidad utilizando alginato, un polisacárido biodegradable extraído de algas marinas, al combinarlo con MXenes, materiales conductores formados por titanio y carbono o nitrógeno, que presentan propiedades similares al grafeno.
Según un artículo publicado en la revista ACS Applied Materials & Interfaces, este método permitirá cargar pequeños dispositivos (como termómetros, bombillas o equipos de telemedicina) y generar energía de forma autónoma.
Aunque no es la primera vez que se obtiene electricidad a partir de este biopolímero, los investigadores se centraron en mejorar las propiedades triboeléctricas del alginato para generar energía renovable a través de nanogeneradores.
Bernd Wicklein, investigador del ICMM-CSIC y coautor del estudio, explicó que el efecto triboeléctrico ocurre cuando dos superficies entran en contacto y, «de manera espontánea», los electrones se transfieren de una a otra. Al separarse, se genera una diferencia de carga que produce la electricidad.
Wicklein señaló que la potencia generada por este sistema es de 300 milivatios por metro cuadrado, lo cual «no puede competir con una placa solar», pero es ideal para producir energía de forma autónoma en dispositivos de menor tamaño. «Hemos logrado efectos sinérgicos que han incrementado la capacidad del alginato para generar energía», resumió Wicklein.
Fácil, económico y ecológico
Los MXenes, fundamentales en esta metodología, son materiales muy conductores y de grosor atómico, similares al grafeno, pero con la ventaja de ser hidrofílicos, lo que les permite dispersarse y procesarse en agua, ofreciendo ciertas ventajas sobre el grafeno.
Wicklein afirmó que el procesamiento de estos materiales es «más amigable» con el medioambiente, ya que utiliza agua en lugar de elementos orgánicos potencialmente tóxicos. «Es un proceso muy fácil, económico y ecológico, todo a base de agua», enfatizó.
Los investigadores destacaron que la fórmula desarrollada es «perfectamente escalable», dado que ya existen empresas que producen MXenes «en grandes cantidades» y el alginato, el polímero base, «no tiene limitaciones».
El equipo expresó su esperanza de que estas investigaciones puedan salir del laboratorio y llegar a la sociedad: «Estamos ofreciendo ideas que otros también pueden implementar», concluyeron.