Despedirse de las huellas: el secreto para devolver el brillo a los electrodomésticos de acero sin usar productos tóxicos.

Solo necesitas un paño de microfibra que no suelte pelusa y un ingrediente que seguro tienes en la despensa.

Los electrodomésticos de acero inoxidable llevan tiempo siendo una tendencia popular. Su gran durabilidad y su estilo elegante y neutro hacen que combinen perfectamente con diferentes estilos decorativos, convirtiéndose en la opción preferida para muchas cocinas.

A diferencia de los electrodomésticos blancos que dominaron durante décadas, los de acero envejecen mejor, ya que no se enfrentan a las antiestéticas manchas amarillas que pueden darles un aspecto desgastado.

Otra ventaja de los electrodomésticos con superficies de acero es que son fáciles de limpiar y no requieren cuidados especiales. Al ser un material no poroso, es menos propenso a acumular bacterias y residuos, lo cual es crucial en la cocina.

Los aceros utilizados en la fabricación de electrodomésticos como puertas de refrigeradores, hornos o lavavajillas son tipos específicos de acero inoxidable diseñados para resistir la corrosión y mantener una apariencia estética, esenciales en ambientes expuestos a humo, vapor y grasa.

Estos aceros, conocidos como austeníticos, pertenecen a la serie 300, siendo el 304 el más común. Estos aceros contienen una alta proporción de cromo y níquel, lo que aumenta su resistencia a la corrosión (cromo) y mejora la durabilidad y ductilidad del metal (níquel).

Gracias al cromo, los aceros 304 forman una capa de óxido de cromo en la superficie que protege contra la corrosión, incluso en entornos húmedos como las cocinas. Estéticamente, permiten acabados brillantes, satinados o cepillados, convirtiéndose en el material preferido para electrodomésticos de alta gama.

Estos aceros son diferentes a los empleados en la fabricación de cuchillos, como los aceros martensíticos 420 o 440, que contienen menos cromo y más carbono. Esto los hace menos resistentes a la corrosión, pero más duros y resistentes al desgaste, algo esencial para mantener los filos afilados.

Cómo eliminar las huellas en superficies de acero

Aunque la limpieza de los electrodomésticos de acero es sencilla y puede realizarse con desengrasantes genéricos o limpiadores alcalinos, las huellas dactilares pueden ser un desafío. Aunque no afectan la durabilidad, opacan el brillo del material y resultan antiestéticas.

En el mercado existen productos especializados para limpiar aceros, como piedras de arcilla blanca en crema o aceites especiales. Sin embargo, también hay opciones más simples y económicas, como la harina. Con un poco de harina de trigo, es posible dejar las superficies de acero ultrabrillantes.

La harina, compuesta por partículas finas, actúa como un abrasivo suave al frotarse sobre la superficie de acero inoxidable. Estas partículas ayudan a eliminar pequeñas manchas, huellas dactilares y residuos sin rayar ni dañar el material.

Al frotar la harina sobre el acero, las partículas desprenden suavemente la suciedad adherida, dejando la superficie más limpia. Además, debido a la finura de la harina, es un método seguro que no es excesivamente abrasivo, por lo que no daña la superficie.

Un abrillantador eficiente y ecológico

Además de eliminar la suciedad, la harina es altamente absorbente, lo que le permite retener la película oleaginosa que dejan las huellas dactilares, así como cualquier rastro de humedad.

Además de dejar la superficie libre de residuos, al frotar la harina sobre el acero inoxidable con movimientos circulares y utilizando un paño suave, se realiza un pulido que ayuda a recuperar el brillo natural del metal.

Otra ventaja de usar harina para restaurar el brillo del acero es que, al no ser un producto químico tóxico, es seguro para superficies en contacto con alimentos, como encimeras y utensilios de cocina. También minimiza el impacto ambiental asociado con los productos de limpieza comerciales, promoviendo prácticas de limpieza más ecológicas.

Cómo limpiar huellas y recuperar el brillo en el acero

Si la superficie está muy sucia, primero deberás limpiarla con un desengrasante o un limpiador específico, ya que este truco se utiliza para el acabado final, dejando la superficie brillante y libre de huellas.

Necesitarás harina y un paño suave, como uno de microfibra. Si vas a limpiar una superficie horizontal, como una encimera de acero, espolvorea una pequeña cantidad de harina sobre la superficie. No es necesario usar mucha, solo una capa fina.

A continuación, frota la harina sobre la superficie con movimientos circulares. Una vez que el acero se vea limpio y brillante, retira la harina con el mismo paño o con otro limpio y seco.

Si necesitas limpiar una superficie vertical, no podrás espolvorear harina porque se caería. En este caso, coloca una pequeña cantidad de harina en el paño de microfibra y dóblalo para que la harina quede en su interior, como si fuera una almohadilla.

Usa esta almohadilla para frotar la superficie con movimientos circulares, dando pequeños toques para que salga algo de harina. Finalmente, pasa un paño limpio para terminar de pulir y retirar cualquier residuo de harina que pueda haber quedado.