Oksana Masters, la niña que sobrevivió a la radiación de Chernóbil y se convirtió en una estrella paralímpica.

Nació con graves malformaciones, fue abandonada por sus padres y sufrió abusos en un orfanato antes de ser adoptada. Hoy, suma dos medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de París 2024.

El 26 de abril de 1986, Ucrania vivió uno de los peores desastres nucleares de la historia en Chernóbil, cuyas secuelas no solo afectaron de inmediato, sino que dejaron una profunda huella en las generaciones futuras.

Tres años después, en la ciudad de Khmelnytskyi, nació Oksana Masters con múltiples deformidades. Tenía seis dedos en cada pie, solo un riñón, carecía de tibias, y una pierna era significativamente más larga que la otra, lo que eventualmente llevó a la amputación de sus extremidades. Estos problemas de salud fueron consecuencias directas de la radiación.

Como si su destino no fuera ya lo bastante difícil, sus padres biológicos la abandonaron al nacer, y Oksana pasó sus primeros siete años en un orfanato donde sufrió terribles abusos: fue torturada con cuchillos, cigarrillos y cadenas. Su vida cambió en 1996 cuando fue adoptada por Gay Masters, una logopeda estadounidense que la llevó a Kentucky. Allí, Oksana fue sometida a múltiples cirugías, incluyendo la amputación de ambas piernas debido al dolor, y la reconstrucción de sus manos.

Sus primeros años en Estados Unidos no fueron fáciles, arrastraba traumas por el maltrato sufrido y enfrentaba constantes pesadillas. Sin embargo, poco a poco, encontró su refugio en el deporte.

De víctima a estrella paralímpica

Oksana descubrió su pasión por el remo, deporte en el que encontró la libertad y el control que le habían sido negados en su infancia. En 2010, comenzó a destacar por sus marcas y actuaciones en competencias internacionales, lo que la llevó a participar en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, donde ganó una medalla de bronce junto a Rob Jones, un veterano de guerra.

Buscando nuevos retos, Masters incursionó en el esquí y el biatlón, logrando varias medallas, incluidas dos de oro en los Juegos Paralímpicos de Invierno 2018 y una más en Pekín 2022. A lo largo de su carrera, también probó suerte en el ciclismo, tras una lesión de espalda en 2014, y allí volvió a brillar, ganando dos oros en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.

En París 2024, Oksana volvió a destacar, colgándose dos nuevas medallas de oro. A lo largo de su vida, el deporte ha sido su refugio y salvación, ayudándole a reconocer la fortaleza de su cuerpo, que ella misma describe como un poder que nunca debe subestimarse.