«La mayoría habría abandonado»: los séniors conquistan la etapa reina del Desafío Santalucía

Hoy ha sido un día épico para los cinco integrantes del Desafío Santalucía Séniors. Tras varios días de aclimatación y de haber enfrentado la altura, Leticia Herrería, Pilar Utrilla, José Antonio Fernández, Álvaro Vallés y Pepe García han logrado superar la denominada «etapa reina» de la expedición. Una jornada en bicicleta de 33 kilómetros, con un ascenso acumulado de 887 metros y alcanzando los 4.710 metros de altitud, que les ha exigido su máximo tanto física como mentalmente.

El reto comenzó temprano, cuando el sol apenas asomaba entre las montañas andinas. Los expedicionarios partieron a las 9:00 de la mañana, conscientes de que se enfrentaban a una de las jornadas más duras hasta la fecha. Ya venían de haber completado el día anterior la exigente subida a la Laguna 69, a 4.600 metros, pero esta etapa prometía ser aún más desafiante, con estrechos caminos de montaña, subidas pronunciadas y descensos que requerían total control sobre las bicicletas.

Los cinco participantes, con una mezcla de tenacidad y coraje, encararon la ruta con el mismo espíritu que los ha caracterizado desde el inicio. José Antonio, de 70 años y el mayor del grupo, avanzaba con su conocida determinación. “Es un reto, pero no estamos aquí para rendirnos”, declaró con la firmeza que lo ha ayudado a superar muchas dificultades a lo largo de su vida.

Las primeras subidas fueron especialmente duras, obligando al equipo a realizar paradas estratégicas para hidratarse. Leticia, de 65 años y exmedallista en gimnasia rítmica, admitió que hubo momentos en los que dudó si podría continuar. “Las primeras rampas fueron terribles, pero seguimos adelante”, comentó al finalizar el día con una sonrisa cansada. Pilar, amante de la montaña a sus 67 años, también sintió el rigor del recorrido, pero no perdió el entusiasmo: “El esfuerzo vale la pena, estamos en un lugar maravilloso”.

Durante el trayecto, el grupo pudo disfrutar de impresionantes paisajes del Parque Nacional Huascarán, con majestuosos picos nevados en el horizonte. Pepe, de 67 años, expresó su emoción al compartir el viaje con sus compañeros: “Para mí, este desafío es un legado que quiero dejar a mis hijos y nietos. Nunca es tarde para buscar nuevos horizontes”.

Conforme avanzaba el día, el cansancio comenzó a notarse. Los casi 900 metros de ascenso acumulado pesaban en cada pedalada, y la altura, con sus 4.710 metros, hacía cada tramo más difícil. A pesar de ello, Álvaro, de 69 años, logró mantener un ritmo constante gracias a su experiencia como ciclista, disfrutando de cada momento: “Hoy lo he pasado increíble. Me sentí como un niño”, comentó entre risas mientras animaba al resto del grupo.

El tramo final presentó los mayores desafíos, con descensos técnicos que requerían total concentración. Leticia, que había sufrido calambres días antes, confesó que la mente fue su mayor aliada en los últimos kilómetros: “Pensé que no lo lograría, pero logré que la cabeza mandara sobre las piernas, ¡y aquí estoy!”.

Después de cuatro horas y cuarenta y cuatro minutos de esfuerzo, los expedicionarios alcanzaron los 4.710 metros de altitud. Exhaustos pero triunfantes, se abrazaron, conscientes de haber superado una de las pruebas más exigentes de la expedición.

José Antonio resumió el sentimiento del grupo: “Es asombroso lo que se puede lograr cuando la mente está decidida”. Pepe, reflexionando sobre el día, añadió: “Hoy ha sido una prueba de fuego, pero también una demostración de lo que podemos conseguir cuando nos apoyamos mutuamente”.

El próximo reto: ascender al Vallunaraju

Con esta etapa completada, los séniors se preparan para el gran desafío final: ascender al pico Vallunaraju, a 5.686 metros. Aunque saben que será una prueba extremadamente dura, están decididos a enfrentarla con la misma energía que les ha llevado hasta aquí.

El Desafío Santalucía Séniors ha demostrado ser mucho más que una aventura física. Es un homenaje a la capacidad del ser humano para reinventarse y superar nuevos retos, sin importar la edad. Cada paso que dan, cada kilómetro que recorren, es una reafirmación de que nunca es tarde para comenzar de nuevo y vivir con pasión. Pilar lo expresó mejor que nadie al concluir la jornada: “Nunca es tarde para hacer lo que amas, y eso es lo que estamos haciendo aquí”.

Este viaje, además de ser un desafío físico, se ha convertido en una profunda experiencia emocional, donde cada participante está redescubriendo su fortaleza interior. La verdadera cumbre, como han dicho en más de una ocasión, no será solo el Vallunaraju, sino todo lo que están viviendo en esta aventura única por los Andes peruanos.