1504: El Encuentro de Tres Genios del Renacimiento que Transformó la Historia del Arte.

En 1504, cuando Florencia debatía dónde colocar el imponente David de Miguel Ángel, tres gigantes del Renacimiento —Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y Rafael— coincidieron brevemente en la ciudad, en un contexto de intensa rivalidad artística y lucha por atraer a los mecenas más influyentes.

El 25 de enero de ese año, los artistas más prominentes de la época fueron convocados para decidir la ubicación del David, una obra monumental que Miguel Ángel había comenzado a esculpir en 1501 a partir de un bloque de mármol de Carrara conocido como “il gigante”. Este encargo de la Ópera del Duomo, destinado a la catedral de Santa María del Fiore, buscaba simbolizar la fortaleza de la República Florentina frente al poder derrocado de los Médici.

Entre los asistentes al comité, que incluía funcionarios y 30 destacados artistas como Sandro Botticelli y Filippino Lippi, estaba Leonardo da Vinci, quien había regresado a su Florencia natal tras años al servicio del duque de Milán. Apenas unas semanas después, el joven Rafael, de tan solo 21 años, llegó a la ciudad con ansias de aprendizaje y decidido a profundizar en el arte del dibujo. Este breve encuentro en Florencia marcó el cruce de tres genios en diferentes etapas de sus carreras, un momento capturado por la exposición «Michelangelo, Leonardo, Raphael: Florence, c. 1504» en la Royal Academy de Londres, disponible hasta el 16 de febrero.

1504: Un año de grandes cambios

Florencia fue el epicentro del Alto Renacimiento, y 1504 un año clave en la historia del arte. Leonardo, entonces con 52 años y reconocido como uno de los mayores genios de Europa, trabajaba en proyectos como la Gioconda y La Virgen y el Niño con Santa Ana. En contraste, Miguel Ángel, de apenas 29 años, se encontraba en la cima de su carrera tras la creación de la Piedad en Roma. Ese año terminó su monumental David, que fue trasladado con gran esfuerzo hasta la Piazza della Signoria, donde permaneció como símbolo de la ciudad.

El joven Rafael, impresionado por la obra de Miguel Ángel, realizó dibujos del David, capturando detalles como la musculatura y ajustando las proporciones en un estilo que ya evidenciaba su propia genialidad. Estos bocetos, incluidos en la exposición, muestran cómo Rafael absorbía las influencias de ambos maestros para transformarlas en algo único.

Rivalidad entre Leonardo y Miguel Ángel

Aunque ambos se reconocían mutuamente como genios, la relación entre Leonardo y Miguel Ángel era tensa. Giorgio Vasari, biógrafo de ambos, describió la enemistad y el desdén que existía entre ellos. Sus diferencias abarcaban no solo el temperamento, sino también la visión artística: mientras Leonardo se inclinaba hacia un enfoque naturalista y sereno, Miguel Ángel buscaba una expresividad intensa y majestuosa. Este conflicto se intensificó cuando ambos fueron encargados de decorar la Sala del Consejo del Palazzo Vecchio con frescos que representarían batallas históricas. Aunque ninguno de los proyectos fue finalizado, los dibujos preparatorios exhibidos en la muestra revelan la magnitud de esta competencia artística.

Rafael: Aprendiz y visionario

En medio de esta rivalidad, Rafael, el más joven de los tres, destacó por su capacidad para aprender de ambos y desarrollar un estilo propio. Inspirado por la técnica del sfumato de Leonardo y la monumentalidad de Miguel Ángel, Rafael incorporó elementos como la composición piramidal y un dinamismo armónico que lo llevaron a superar incluso a sus maestros en popularidad durante la década siguiente.

Una exposición que revive un momento único

La exposición reúne más de 40 obras, entre ellas el Taddei Tondo de Miguel Ángel, La Madonna con el niño de Rafael y el Cartón de Burlington House de Leonardo, junto con excepcionales dibujos que ilustran el proceso creativo de estos artistas. También se explora la importancia del dibujo como herramienta de aprendizaje y experimentación, presentando ejemplos de cómo Rafael y Miguel Ángel copiaron y reinterpretaron obras de Giotto y de sus contemporáneos.

El clímax de la muestra se centra en los dibujos relacionados con los frescos inacabados de la Batalla de Anghiari (Leonardo) y la Batalla de Cascina (Miguel Ángel), que reflejan tanto la rivalidad como la innovación de ambos artistas. Estos proyectos, aunque incompletos, dejaron un legado que influyó profundamente en la generación posterior.

Tres genios, tres visiones

La exposición permite adentrarse en las mentes y estilos de estos tres titanes. Mientras Leonardo exploraba las leyes naturales con su curiosidad infinita, Miguel Ángel desafiaba las formas tradicionales buscando la máxima expresión del movimiento humano. Rafael, por su parte, sintetizó estas influencias en un estilo armonioso que lo convirtió en el favorito de los mecenas.

«Es una experiencia única ver sus obras juntas», comenta Julien Domercq, comisario de la exposición. «La interacción entre estos tres genios y su impacto en el arte sigue siendo fascinante, mostrando cómo la Florencia de 1504 se convierte en un momento extraordinario e irrepetible en la historia del arte».