Ejercicio al aire libre en Barcelona: del Arc de Triomf a la Barceloneta, la alternativa a los gimnasios ‘low cost’.

Cinco años después de la pandemia, los grupos de entrenamiento al aire libre han ganado popularidad en el centro de Barcelona, ofreciendo cada vez más servicios y asesoramiento personalizado.

Cuando Gonzalo llegó a la ciudad en 2019, empezó a entrenar a diario en el Arc de Triomf y la playa de la Barceloneta, acompañado por unos pocos amigos. Con el tiempo, el grupo creció hasta convertirse en una comunidad de alrededor de 50 personas que se ejercitan al aire libre, sin importar la estación del año. Gracias al boca a boca, las redes sociales y la numerosa comunidad argentina en Barcelona, Gonzalo ahora dirige sesiones diarias con pesas, bandas, esterillas y otros accesorios, asesorando a sus clientes en entrenamiento, nutrición y descanso.

Como él, otros entrenadores personales han encontrado en el clima privilegiado de Barcelona y sus espacios públicos una oportunidad para ofrecer una alternativa a los gimnasios económicos. Según un estudio del Ayuntamiento sobre hábitos deportivos, los barceloneses prefieren ejercitarse en parques, el litoral y Collserola. Entre los puntos más concurridos los fines de semana destaca el Arc de Triomf, junto con la zona marítima.

¿Por qué optar por el entrenamiento al aire libre?

Gonzalo ha detectado un perfil de cliente en auge: aquellos que han perdido el interés en los gimnasios low cost y buscan una experiencia más dinámica. “Para mucha gente, un gimnasio cerrado puede volverse monótono. Hacer ejercicio al aire libre sigue siendo tendencia desde la pandemia, y los entrenamientos funcionales y los grupos de runners son los más solicitados”, explica.

La mayoría de estos entrenamientos funcionan con una tarifa mensual que oscila entre 40 y 60 euros, una cantidad similar a la de gimnasios como Viva Gym, Alta Fit o Basic Fit. También existe la opción de pagar sesiones individuales, que rondan los 20 euros por hora.

Agustina, otra entrenadora argentina y cofundadora de Fitbuddy, un grupo de entrenamiento al aire libre creado en 2019, considera que su proyecto va más allá del simple ejercicio: “No somos solo un gimnasio al aire libre, sino un espacio de conexión social. Aquí la gente entrena, pero también encuentra una comunidad. En un gimnasio low cost es difícil socializar, y si buscas un servicio personalizado, el costo se dispara”, comenta.

El impacto del entrenamiento al aire libre en la salud

Antoni Caparrós Pons, doctor en Actividad Física y Deportiva por la Universidad de Barcelona, subraya que lo esencial es mantenerse activo, sin importar dónde. No obstante, destaca los beneficios adicionales de ejercitarse en espacios abiertos: “Las actividades en grupo tienen un impacto positivo en la salud mental y el ritmo biológico. Además, la combinación de ejercicio y contacto con la naturaleza puede potenciar funciones cerebrales”, señala, citando un estudio de la revista Nature de 2023.

La variedad de actividades disponibles en el espacio público es otro atractivo. A través de plataformas como MeetUp o Fever, es fácil encontrar desde sesiones de yoga y taichí hasta partidos de fútbol, baloncesto, vóley playa o entrenamientos de boxeo. “Siempre intentamos respetar el entorno: controlamos el volumen de la música y fomentamos un ambiente agradable. Nunca hemos tenido problemas con las autoridades”, añade Agustina.

El debate sobre la regulación

El auge de estos grupos ha generado debate. En 2021, el Ayuntamiento de Barcelona consideró imponer una tarifa por el uso del espacio público con fines económicos, aunque la medida no prosperó. Actualmente, solo las actividades deportivas en la playa están reguladas. Desde el Consistorio aseguran estar trabajando en garantizar la seguridad y la cualificación de los entrenadores.

Por su parte, la patronal de gimnasios en Cataluña ha criticado estos entrenamientos al aire libre, argumentando que muchos instructores podrían no estar debidamente titulados o tributar correctamente, lo que consideran una competencia desleal.

A pesar de la polémica, lo cierto es que cada vez más barceloneses eligen cambiar las cuatro paredes de un gimnasio por el cielo abierto de la ciudad. En un contexto donde la vivienda es cara y muchos pasan largas jornadas trabajando desde casa, la necesidad de salir al exterior y moverse en comunidad es más fuerte que nunca.