La sonda robótica ‘Athena’ ha llegado a la Luna, pero aún se desconoce el resultado final de su aterrizaje.

La segunda misión de la empresa privada Intuitive Machines para la NASA ha vuelto a fallar en el momento crucial de su descenso sobre la superficie lunar, lo que le impide cumplir con todos sus objetivos científicos. Athena, una sonda de la compañía Intuitive Machines, intentó aterrizar en la Luna el jueves por la tarde —a las 18:32 hora peninsular española— con la intención de ser la nave que se acercara más al Polo Sur del satélite natural de la Tierra. Sin embargo, no logró posicionarse de manera adecuada para realizar sus operaciones de manera efectiva. Aún es demasiado pronto para saber cuántos experimentos podrá completar de su misión, que tenía como objetivo la búsqueda de agua congelada bajo la superficie lunar.

Esta misión no tripulada es resultado de una colaboración entre la NASA y empresas del sector espacial, dentro del marco del programa Artemis, cuyo objetivo es llevar astronautas de vuelta a la Luna antes de 2030. Tres horas y media después del intento de aterrizaje, los responsables de la misión ofrecieron detalles sobre el incierto desenlace de la maniobra. Steve Altemus, CEO de Intuitive Machines, comentó: «No creemos que tengamos la orientación correcta en la superficie lunar, una vez más [refiriéndose al primer vuelo fallido a la Luna, que terminó con la nave aterrizando de lado]». La sonda Athena sigue operando con energía y manteniendo comunicación con la Tierra, pero en el centro de control aún no se han obtenido los datos y las imágenes necesarias para evaluar su estado. Todo indica que no ha aterrizado en posición vertical.

La incertidumbre se desató a las 18:30, cuando, a tan solo dos minutos del aterrizaje, Intuitive Machines dejó de recibir los datos de telemetría durante la fase final de la maniobra. Aunque esto estaba dentro de lo esperado, las informaciones posteriores indicaron que el motor principal continuó funcionando más tiempo de lo previsto, lo que sucedió de forma inesperada después de que la sonda aterrizara. A partir de ese momento, comenzaron a llegar datos confusos sobre la orientación de Athena, lo que llevó a Intuitive Machines a interrumpir la transmisión.

Siete días después de su lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy en Florida (EE. UU.), llegó el momento crucial de la misión IM-2, que tenía como meta un hito geográfico en la nueva carrera espacial de exploración lunar: aterrizar a solo 160 kilómetros del Polo Sur, en la vasta llanura situada en la cima del Mons Mouton, la montaña más alta de la Luna. Además, los objetivos científicos eran buscar posibles reservas de agua en la zona de aterrizaje y explorar el terreno para facilitar futuros aterrizajes, tanto de sondas robóticas como de misiones tripuladas.

Horas antes del aterrizaje, Athena comenzó su descenso desde una órbita de 100 kilómetros de altura sobre la superficie lunar, reduciendo su altitud hasta los 14 kilómetros a una velocidad de 6.000 kilómetros por hora. A las 18:16, inició la maniobra autónoma de aterrizaje, encendiendo los motores para frenar la nave. Durante este prolongado frenazo, la sonda tomó imágenes y ejecutó decisiones para guiarse hasta el sitio de aterrizaje previamente identificado desde la órbita. Una inteligencia artificial supervisó todo el proceso, utilizando avanzados algoritmos de aprendizaje automático.

Para Intuitive Machines, este es el segundo intento fallido de lograr un aterrizaje perfecto en la Luna. El 23 de febrero de 2024, Odisseus, un aterrizador robótico del mismo modelo que Athena, logró posarse en la superficie lunar, convirtiéndose en la primera nave de EE. UU. en hacerlo desde el fin del programa Apolo en 1972. Tras el júbilo en el centro de control de la misión y la sede central de la NASA, que financia estos proyectos, llegó la incertidumbre: horas después se descubrió que la nave se había roto una pata y había volcado al aterrizar, lo que limitó el alcance de sus experimentos científicos.

Una carrera peligrosa hacia el Polo Sur lunar

Athena es la segunda sonda en llegar a la Luna en menos de una semana, después de que el domingo pasado Blue Ghost, de la compañía estadounidense Firefly Aerospace, realizara una maniobra perfecta para aterrizar, convirtiéndose en la primera nave privada en lograrlo. Ambas sondas son parte de la iniciativa CLPS (Servicios Comerciales de Carga Lunar) lanzada por la NASA en colaboración con empresas del sector espacial para allanar el camino al regreso de astronautas a la Luna, un objetivo que sigue vigente dentro del ambicioso programa Artemis, con misiones tripuladas previstas para antes de que termine esta década. Sin embargo, tras varios años de retrasos y un aumento considerable en los costos, las misiones tripuladas a la Luna de la agencia espacial estadounidense han estado en duda desde la llegada de Donald Trump al poder en enero, quien encargó a Elon Musk un plan para recortar miles de millones de dólares en el gasto federal.

Mientras se esperan detalles sobre los planes de Trump y Musk respecto a las misiones tripuladas —ambos han expresado su interés en un objetivo mucho más ambicioso: Marte— lo cierto es que el regreso de robots a la Luna, medio siglo después, se ha convertido en una aventura tecnológica arriesgada. Tras el éxito de China en 2013, que se convirtió en el tercer país en lograrlo después de EE. UU. y la Unión Soviética, hubo una serie de fracasos. En 2019, se estrellaron sondas de la agencia espacial india y de la empresa israelí SpaceIL, mientras que en 2023 fallaron las misiones de la empresa japonesa Ispace y de la agencia espacial rusa Roscosmos. Ese mismo año, la India se convirtió en la cuarta nación en llegar a la Luna.

En 2024, las dos primeras misiones de la iniciativa CLPS de la NASA culminaron con el fracaso de una sonda de la empresa Astrobotics en enero, y con un éxito parcial en febrero, cuando Odysseus de Intuitive Machines aterrizó de lado en la misión IM-1. Y en el último episodio de este arriesgado juego de ingeniería espacial, parece claro que la suerte de Athena en la misión IM-2 no ha sido favorable; todo apunta a que, una vez más, ha caído de lado.