Fermín López lidera a España en la remontada contra Marruecos, asegurando la pelea por el oro en fútbol.
El gol del jugador del FC Barcelona igualó un complicado partido para los de Santi Denia, desatascado finalmente por Juanlu (1-2) en la recta final, permitiendo a España soñar con el oro olímpico.
El fútbol español llegó a París con perfil bajo, opacado por la resaca de la Eurocopa y el impacto mediático de la selección femenina. Los de Santi Denia, no lograron cambiar esta percepción tras superar la fase de grupos. Sin embargo, la victoria ante Marruecos en semifinales ha cambiado la situación, permitiéndoles soñar con el oro.
El equipo de Santi Denia enfrentó dificultades significativas durante varios tramos del partido. Lograron contener el ímpetu de Marruecos, que se adelantó en el marcador y puso en jaque la final desde el primer tiempo, enfrentándose a un partido en el que pocas cosas salieron como esperaban y a las propias dudas de los jugadores.
Incluso superaron la presencia de una bandada de palomas que fueron testigos de la nueva demostración de liderazgo de Fermín López, protagonista de todas las fotos. Primero con un zurdazo que igualó el trabado encuentro propuesto por Marruecos y luego con una asistencia a Juanlu para culminar la remontada y asegurar el billete a otra final olímpica, la segunda consecutiva.
París toma el relevo de Tokio y Marsella el de Múnich. Aunque no jugaron Lamine Yamal y Dani Olmo, goleadores en la capital alemana, el resultado fue el mismo: una remontada para alcanzar la final del torneo. Desde la Eurocopa en Múnich hasta los Juegos Olímpicos en Marsella, España se reencontró con su mejor versión en el momento adecuado, aunque un penalti infantil amenazó con descentrar al equipo.
Para superar estos obstáculos, emergió Fermín, de profesión llegador. Se anticipó a la defensa rival para llevarse el balón suelto y empatar con un zurdazo. Su cuarto gol en los Juegos mitigó el de Rahimi desde los once metros y silenció Marsella, convertida en una sucursal marroquí. Su zapatazo trascendió más allá del césped.
Fue una respuesta al ambiente hostil y en constante ebullición de una grada repleta de aficionados africanos. Marc Pubill continuó con los incidentes inusuales al llevarse por delante al árbitro del encuentro, quien tuvo que ser sustituido.
Barrios se preparaba para despejar un balón dentro del área cuando Richardson provocó el penalti. El VAR avisó al recién llegado colegiado, quien señaló la pena máxima transformada por Rahimi. Después de una celebración poco deportiva ante Arnau Tenas, comenzó un nuevo partido. España se vio obligada a remontar, algo que no había conseguido a lo largo de los Juegos.
El equipo de Santi Denia comenzó a crecer en el partido, aunque costaba crear ocasiones y cuando las generaban, el poste las repelía. Fermín emergió, primero como goleador y luego como asistente, para llevar a España, por segunda vez consecutiva, a otra final olímpica. Sea contra Egipto o Francia, no importa. El vestuario español no teme, solo canta: «Sí, sí, sí, nos vamos a París».