París abre sus puertas a los Juegos Paralímpicos: una celebración por la visibilidad de los atletas con discapacidad.

La capital francesa, en un gesto de inclusión hacia los deportistas, dio inicio a unos Juegos Paralímpicos en los que España llega con grandes expectativas.

Sin experimentos cruzando el río Sena y con un enfoque más tradicional, la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de París 2024 destacó por su sencillez y elegancia. La celebración, que tuvo lugar en la icónica Plaza de la Concordia, devolvió el formato clásico y logró cautivar a todos los asistentes.

La ceremonia arrancó con una secuencia al piano interpretada por el artista Chilly Gonzales, acompañada de dos grupos de baile, que representaron distintas perspectivas de la vida, subrayando la importancia de dar visibilidad a las personas con discapacidad. Este vibrante inicio dio paso a una fiesta que se extendió por más de tres horas.

Bajo el respiro del sol parisino, que se ocultaba tras el Grand Palais, desfilaron una a una las 169 delegaciones participantes (un récord histórico en una cita paralímpica) ante la ovación de los más de 40.000 espectadores presentes.

A partir de las 20:20 horas, los 4.400 atletas comenzaron su entrada triunfal, acompañados por una gran coreografía, la voz de Christine and the Queens, y la impresionante llegada del atleta francés Théo Curin, con cazas del Ejército francés dibujando los colores de la bandera gala en el cielo.

Esta vez, los deportistas fueron los verdaderos protagonistas, desfilando con orgullo y portando las banderas de sus países durante casi medio minuto cada uno. Desde Afganistán, que abrió la ceremonia, hasta Australia, Estados Unidos y Francia. España, la 48ª delegación en desfilar, estuvo liderada por Marta Arce y Álvaro Varela.

Al ritmo del DJ Myd, los abanderados españoles y sus más de 150 compañeros recorrieron la Plaza de la Concordia con una sonrisa radiante, llenos de alegría y compartiendo gestos con las cámaras que les enfocaban. España fue una de las delegaciones más aclamadas, junto a Brasil, que contagió su alegría a todos los presentes. Dinamarca, Reino Unido, y especialmente los atletas franceses, también recibieron un gran apoyo del público.

Sin duda, la entrada de la delegación francesa fue el punto culminante de la ceremonia. Con la noche parisina ya instalada, desfilaron mientras el público cantaba al unísono la emblemática «Les Champs-Élysées» de Joe Dassin. El ambiente continuó con temas como «Que je t’aime», «Lettre à France», «Midnight France», «Emmenez-moi» y «La Valse d’Amélie». Las gradas se iluminaron con los móviles, y momentos después, la «Marsellesa» resonó con todo el público de pie.

El broche final llegó con los discursos de Tony Estanguet, presidente de los Juegos de París; Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Internacional; y Emmanuel Macron, presidente de Francia.

Estanguet aseguró a los deportistas que «su revolución comienza ahora» y que estos Juegos serán «los más hermosos de todos», invitando al mundo a «cambiar perspectivas y actitudes» y afirmando que sus victorias llevarán un mensaje inolvidable.

La ceremonia culminó con una coreografía deportiva que simbolizó los valores de inclusión, inspiración y determinación. Posteriormente, John McFall, paratleta que será la primera persona con discapacidad en ir al espacio, fue uno de los encargados de portar la bandera paralímpica hacia el centro de la Plaza de la Concordia. Tras sonar el himno paralímpico, el estandarte ascendió a lo más alto.

Minutos después, el nadador francés Florent Manadou inició los últimos relevos de la antorcha paralímpica. La llama pasó por varias manos hasta llegar al pebetero, que se encendió con la Torre Eiffel de fondo, poniendo el broche final a la celebración.

París está lista, y esta ceremonia inaugural fue solo un aperitivo de los 11 días en los que el deporte será el gran protagonista en la ciudad y en todo el mundo. Como destacó Estanguet, «la revolución paralímpica ha comenzado». La emoción está servida.